Día veintisiete. Jacob y el mar
Qué hermosa eres, Diablo, como un ángel con sexo pero
Mucho más despiadada,
Cuando te llamas alba y mi noche es más noche de esperarte,
Cuando tu pie de seda se clava de caprina pezuña en mi
Abstinencia,
Cuando si eres silencio te rompes y en mis manos repican
A rebato tus dos senos,
Cuando apenas he dicho amor y ya en el aire está sin boca
El beso y la ternura sin empleo aceda,
Cuando apenas te nombro flor y ya sobre el prado ruedan
Los labios del clavel,
Cuando eres poesía y mi rosa se inclina a oler tu cifra y te
Me esfumas.
Mañana habrá en la playa otro marino cojo.