Retorna a mi vida, en la noche callada,
donde las sombras murmuran tu nombre al pasar,
y la luna, testigo de amores perdidos,
me habla de ti en su frío mirar.
Retorna a mi vida, con pasos de seda,
como un eco lejano que vuelve a sonar.
El viento susurra caricias ausentes,
y el aire, vacío, no sabe callar.
Me duelen las horas que pasan sin verte,
me quema el recuerdo que nunca murió.
Tu ausencia es un grito, profundo y sombrío,
un llanto silente que el alma cargó.
Fui el guardián de tus risas, el faro en tu calma,
la luz que encendía tu noche de sal.
Hoy soy un desierto que clama tu agua,
la sombra marchita de un tiempo inmortal.
Retorna a mi vida, no traigas promesas,
tan solo tu aroma, tu fuego, tu voz.
Déjame amarte con todo el dolor
de quien encontró en su herida el amor.
En el filo del alba, en un mundo sin nombres,
te espero, rendido, al borde del mar.
Retorna a mi vida, retorna al latido
que en cada suspiro no deja de amar.