Bajo el sol de verano,
que tiñe de oro el mar,
contemplo el verde manto
que cubre mi tierra natal.
Las olas suben y bajan,
las gaviotas surcan el cielo,
y en la brisa del océano
siento el aliento del suelo.
Mi corazón se llena
de orgullo y melancolía,
pues esta tierra gallega
es la cuna del alma mía.
Sus montes y sus praderas,
sus ríos y sus pazos,
me recuerdan los momentos
de mi infancia y mis abrazos.
Aquí, bajo este cielo,
mi espíritu se hace fuerte,
pues Galicia es mi hogar,
donde la vida y la muerte
se funden en un eterno baile.