Hay poetas 2
Hay poetas,
lo leo en las entrevistas,
que se inspiran en las montañas de Nepal
pero nunca han subido una colina.
Yo,
si tuviera una colina,
la subiría con una oveja de compañía
y al llegar a la cima
le preguntaría por qué los pastos siempre son más verdes
del otro lado.
Hay poetas
que no escriben cuando están tristes
y les va muy bien,
saben hacer yoga en la playa,
comen almendras con moderación
y no lloran en los taxis de madrugada.
El profesor de educación física
dijo un día que yo tenía resistencia cero
y un metabolismo de caracol.
No entendí qué quería decir,
pero sonaba más lento que la brisa.
Yo,
si fuera un caracol,
dejaría versos pegajosos en las aceras
y me reiría de los que corren.
Hay poetas
que dicen sufrir con cada palabra,
como si arrancaran raíces de la tierra con las uñas.
Yo,
si sufriera tanto,
me haría panadera,
amasaría versos en la harina
y en las madrugadas,
con las manos en la masa,
escribiría poemas de trigo y levadura.
Y mirad,
por ahí va esa poeta panadera,
dejando migas de poesía
en los desayunos del mundo.
Y le va muy bien.
