Epifanía
Tres nobles reyes cruzan la alborada,
siguen el rastro de un fulgor brillante.
Sus ojos buscan al Señor nacido,
guiados siempre por su luz constante.
Camellos surcan las arenas frías,
la estrella canta su canción de fuego.
El cielo anuncia la verdad eterna,
la fe se postra junto al Verbo nuevo.
El oro brilla en sus manos piadosas,
la mirra ofrece su fragancia pura.
El incienso sube con plegaria ardiente,
su amor alcanza toda la espesura.
La madre observa con dulzura inmensa,
el niño duerme bajo los fulgores.
El mundo entero rinde su esperanza,
florecen paz y amor entre dolores.
Que la Epifanía sea nuestra guía,
la estrella alta brille en el sendero.
Que el corazón descubra en su camino
la luz que vive en el amor eterno.
Este poema busca capturar la solemnidad y la belleza de la Epifanía con el tono y estructura de las seguidillas en endecasílabos.
