En la sombra de la brisa,
se dormían los senderos,
como arpegios pasajeros
en un eco que agoniza.
El rocío se desliza
sobre pétalos austeros,
y en sus cálices severos
la nostalgia se eterniza.
Las estrellas susurraban
sobre el alma de las olas,
y en su ritmo sin auroras
los silencios despertaban.
Las mareas se enredaban
en espumas soñadoras,
y en las luces seductoras
las miradas naufragaban.
Entre espejos de rocío
se marchitan los lamentos,
como frágiles fragmentos
de un otoño mustio y frío.
Va danzando el desvarío
sobre el pulso de los vientos,
y en los lirios cenicientos
duerme el alba su vacío.
En la sombra de la brisa
se retuercen las ausencias,
y en las huellas de impaciencias
la esperanza se desliza.
Como un eco que agoniza,
queda el alma en penitencias,
y en la bruma de inclemencias
sólo el tiempo cicatriza.