En el silencio de la tarde oscura,
se oyen susurros de un amor lejano,
el eco de un abrazo, un ser humano,
y la tristeza en el alma perdura.
Cada adiós es un golpe de locura,
un paso atrás, un destino insano,
un recuerdo que se vuelve temprano,
y el corazón se quiebra en su amargura.
Mas en la memoria, su luz vive,
como un faro que nunca se apaga,
y aunque el tiempo nos quiera separar,
la esperanza en el pecho persiste,
pues cada adiós, aunque duela, se embriaga
de la promesa de un nuevo comenzar.