Maestro de la carcajada, Cantinflas eterno,
Con tu humor chispeante, risa que llega de lejos.
Tu jerga indescifrable, un trabalenguas profundo,
Que confundía a los serios, les hacía abrir el mundo.
Del 'ahí está el detalle’ a la 'cachifladura’,
Tu comedia era una cura, un antídoto para la amargura.
Con sencillez y picardía, ridiculizabas la pompa,
Y nuestras angustias se volvían una chistoza trompa.
En tus películas, un remolino de carcajadas,
Los malos eran burlados, las injusticias desarmadas.
Tu traje desteñido, tu caminar peculiar,
Eran el lienzo de tu arte, tu brújula sin par.
Cantinflas, maestro insigne, genio del histrionismo,
Tu legado nos acompaña, alivia nuestro abismo.
Tus chistes, un bálsamo, un antídoto para el dolor,
Y tu risa, una fuente inagotable de buen humor.