Nada sucede por decir amén
y todo va a seguir igual que estemos,
a no ser que a cambiar nos aprestemos
lo que sabemos que no está muy bien.
Podríamos vivir en un edén
si todos a construirlo nos ponemos
y convencidos de que tal podemos
poniendo en el empeño el cien por cien
de todo lo que tenga cada quien.
Si manejamos con ardor los remos,
con espíritu amable y ten con ten
en nuestras relaciones, llegaremos,
si asimos por el mango la sartén
hasta ese paraíso que queremos.