Mi musa, bien por hache, bien por be,
se ve palpablemente que se ha ido
de mi lado, dejándome transido
y sin decirme dónde ni por qué.
Sin ella, estoy seguro que no sé
combinar cuatro frases con sentido
y al no poder hacerlo, compungido
vago sin rumbo desde que se fue.
No tengo ni ilusión ni modo alguno
de volverla a tener, a no ser que una
nueva se presentase de improviso
y quiera sustituirla y de consuno
entrambos, encontrase la fortuna
que me quitó la suerte porque quiso.
Estoy tan indeciso
que no sé cómo acabaré el soneto,
aunque gracias a Dios, ya está completo.