En el laboratorio de versos inéditos,
mezclo palabras cual átomos dispersos,
las fórmulas del alma catalizan,
buscando el equilibrio entre sueños y mil dudas.
En su inicio,
los poemas son partículas fugaces,
colisionan en el aire, se estrellan con lo real,
a veces explotan con metáforas nuevas,
otras se detienen en el gélido silencio,
en su final.
Aquí, en los giros del acelerador,
las palabras ruedan, chocan y se elevan,
y en cada roce se manifiesta un universo
donde la física por fin es útil a la literatura.
La ciencia es un pretexto para crear,
pero la poesía es la verdadera ecuación,
lenguaje del cosmos que no encaja,
pero que se siente en la respiración.