Mis ojos, Laura, vertieron
mil veces lloro a raudales,
mas nunca lágrimas fueron
a estas lágrimas iguales.
El tierno y bello cantor
que en dulcísima querella
trova las penas de amor...,
—¿Canta por ti o por Estrella?
—¡Por ella sólo, por ella!
Nunca tan grande aflicción,
tan grande pena he sentido,
¡tengo, Laura, el corazón
mitad por mitad partido!
Aquella luz penetrante
que de sus ojos destella
y aquel hablar palpitante...
—¿Eran tal vez por Estrella?
—¡Por ella sólo, por ella!
Negras sombras, Laura mía,
siempre adonde miro veo,
y como estoy en el día
y ciega o loca me creo:
Aquel ramillete hermoso
con la rica cinta aquella
que a entrambos dio cariñoso...
—¿Era no más para Estrella?
—¡Para ella sólo, para ella!
Ay, Laura, que si mis ojos
el sueño logra cerrar
se acrecientan mis enojos
con lo que acierto a soñar;
Aquella música bella
que a nuestras rejas sonaba
¿No sabes por quién la daba?
—¿Era también por Estrella?
—¡Por ella sólo, por ella!
Elvas, 1846