#Argentinos #PremioCervantes #SigloXX #1923 #FervorDeBuenosAires
De hierro, no de oro, fue la auror… La forjaron un puerto y un desiert… unos cuantos señores y el abierto ámbito elemental de ayer y ahora. Vino después la guerra con el godo…
Los mayores hicieron la ciudad. La hicieron con una cruz y una esp… La hicieron con sudor, con años, c… También con el coraje y con el des… La hicieron para los ejércitos que…
De los muchos libros de versos que mi resignación, mi descuido y a veces mi pasión fueron borroneando, El otro, el mismo es el que prefiero. Ahí están el Otro poema de los dones, el Poe...
De estirpe de pastores protestante… y de soldados sudamericanos que opusieron al godo y a las lanz… del desierto su polvo incalculable… soy y no soy. Mi verdadera estirpe
Quiera Dios que la monotonía esencial de esta miscelánea (que el tiempo ha compilado, no yo, y que admite piezas pretéritas que no me he atrevido a enmendar, porque las escribí con otro...
Mi nombre es Alejandro Ferri. Ecos marciales hay en él, pero ni los metales de la gloria ni la gran sombra del macedonio—la frase es del autor de Los mármoles, cuya amistad me honró—se...
Carl Sandburg—acaso el primer poeta de Norteamérica y sin duda el más norteamericano—nació en Galesburg, estado de Illinois, el 6 de enero de 1878. Su padre era un herrero sueco, August...
Como quien recorre una costa maravillado de la muchedumbre del… albriciado de luz y pródigo espaci… yo fui el espectador de tu hermosu… durante un largo día.
Hay tanta soledad en ese oro. La luna de las noches no es la lun… que vio el primer Adán. Los largo… de la vigilia humana la han colmad… de antiguo llanto. Mírala. Es tu…
En España, y aun aquí, en la Argentina, se puede conversar todavía. A mí me gusta conversar con los “chauffeurs”, con los mozos de café... En España yo he estado conversando con un past...
A.—Distraídos en razonar la inmortalidad, habíamos dejado que anocheciera sin encender la lámpara. No nos veíamos las caras. Con una indiferencia y una dulzura más convincentes que el f...
Lo sabían los tres. Ella era la compañera de Kafka. Kafka la había soñado. Lo sabían los tres. Él era el amigo de Kafka.
Ni el esplendor del cadencioso tig… Ni del jaguar los signos prefijado… Ni del gato el sigilo. De la trib… Es el menos felino, pero siempre Ha encendido los sueños de los hom…
Las diversas y a veces contradictorias doctrinas que llevan el nombre de la cábala proceden de un concepto del todo ajeno a nuestra mente occidental, el de un libro sagrado. Se dirá que...
El poniente de pie como un Arcáng… tiranizó el camino. La soledad poblada como un sueño se ha remansado alrededor del pueb… Los cencerros recogen la tristeza