César Vallejo
La Muerte de rodillas mana
su sangre blanca que no es sangre.
Se huele a garantía.
Pero ya me quiero reír.
 
Murmurase algo por allí. Callan.
Alguien silba valor de lado,
y hasta se contaría en par
veintitrés costillas que se echan de menos
entre sí, a ambos costados; se contaría
en par también, toda la fila de trapecios escoltas.
 
En tanto, el redoblante policial
(otra vez me quiero reir)
se desquita y nos tunde a palos.
dale y dale
de membrana a membrana
tas
con
tas.
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