A la Sociedad «Amigos del País»
Cual gladiador valiente
que al circo peligroso se abalanza
y lidia tenazmente,
trémulo de valor y de esperanza,
y sólo cesa en la tremenda lucha
cuando aclamarse vencedor escucha;
tal, de entusiasmo llena,
se lanza audaz la juventud fogosa
con pecho firme en la vital arena.
El alma generosa,
de impaciencia y ardor estremecida,
rasgar intenta del futuro el velo,
penetrar los misterios de la vida,
salvar los mundos, escalar el cielo.
Eterna soñadora
de triunfos y grandezas inmortales,
con viva luz sus horizontes dora.
Decidle que ideales
son los portentos que su mente crea,
que es vana la esperanza que la agita:
triunfante el orbe mostrará su idea
si le infunde valor la fe bendita.
¡Ah, no la detengáis! Dejad que ardiente
de su noble ambición el rumbo siga;
dejadla al cielo levantar la frente;
dejad que un rayo de esa lumbre amiga
su corazón encienda,
y la veréis inquebrantable, osada,
por el honor y la virtud llevada,
lauros segar en su espinosa senda.
Si el arte peregrino
con sus prodigios mágicos la alienta,
dejadla proseguir en su camino;
que allá a lo lejos brilladora palma
un futuro de gloria le presenta,
y a conquistarla volará su alma.
Si al campo de la ciencia
con entusiasta admiración la guía
ansiosa de saber su inteligencia,
espacio dadle, y triunfadora un día
veréis cuál se levanta,
leyes dictando a la creación entera,
la tierra a sujetar bajo su planta
y a medir de los astros la carrera.
Dejadla proseguir. ¡Ay del que nunca
sintió inflamarse en entusiasmo santo,
y de la Patria la esperanza trunca!
Miserable existir, inútil vida
la que se aduerme en el error, en tanto
que en lucha activa se estremece el mundo,
siguiendo tras la luz apetecida
de gloria y bienestar germen fecundo.
Avanza ¡oh juventud! lucha, conquista
del bien supremo la eminente cumbre,
tiende al futuro la impaciente vista,
y a la fulgente lumbre
que allá te muestra tu inmortal anhelo,
con la virtud por guía,
sigue inspirada de tu mente el vuelo
y llévete do quieras tu osadía.
Atleta infatigable,
del bien y el mal en la contienda ruda,
te alzarás invencible, formidable,
si el entusiasmo, si la fe te escuda.
Que atraviese tu voz el aire vago
las almas convocando a la victoria:
tuya es la lucha del presente aciago,
tuya será del porvenir la gloria.