Gracias, Señor, porque me diste un año
En que abrí a tu luz mis ojos ciegos;
Gracias porque la fragua de tus fuegos
Templó en acero el corazón de estaño.
Gracias por la ventura y por el daño,
Por la espina y la flor; porque tus ruegos
Redujeron mis pasos andariegos
A la dulce quietud de tu rebaño.
Porque en mí floreció tu primavera;
Porque tu otoño maduró mi espiga,
Que el invierno guarece y atempera.
Y porque, entre tus dones, me bendiga
—Compendio de tu amor—la duradera
Felicidad de una sonrisa amiga.
Alfredo Jiménez G.
9aA partir de 1955, el Poeta Salvador Novo escribió un soneto para cada año nuevo; sus amigos y miles de lectores esperaban el poema conmemorativo que se difundía en un periódico para inaugurar enero. Esta bella tradición se cumplió hasta 1974, año de su fallecimiento. La colección completa se compone de veintiún sonetos, contando el primero que es una suerte de prólogo y no corresponde, como los demás, a un año. Es posible que haya decidido iniciar su hábito memorable para celebrar su media centuria y de ahí continuó con creatividad inagotable. El presente soneto está dedicado a 1961. Podemos notar que fue una época de plenitud espiritual. Endecasílabos de sincero agradecimiento se engarzan con habilidad de joyero y el poema permanece en la memoria como una magnífica oración para dar gracias cuando el alma lo sienta necesario. El Poeta valora por igual fortuna y adversidad porque toda experiencia ha templado su corazón y le ha permitido madurar. En su humildad nos parece magnánimo. Es un poema de un hombre en total armonía con Dios. Si hubo alguna vez conflicto entre El Creador y su criatura, con estos versos impecables han hecho las paces. Leer la serie completa de sonetos no toma mucho tiempo, pero deja la sensación de una vida intensa, son veinte años en la vida de un escritor infatigable que defendió con ingenio y con maestría su verdad en muy diversos géneros. Novo fue protagonista del siglo XX y tanto en verso como en prosa nos sigue deslumbrando. Vale la pena leer y releer esta veintena de sonetos, así como toda su Poesía (les encantarán sus epigramas). Vale la pena leer las obras completas de Salvador Novo, quien fue, entre sus múltiples quehaceres, Cronista de la Ciudad de México.