Tirado en la cuneta
sin nada que perder,
sentado en la maleta
(parece que fue ayer),
espero que el diablo
no me venga a recoger.
El médico me dijo:
“¡Eh! Te tienes que cuidar:
busca un trabajo fijo
y déjate de andar
siempre de un lado para otro
como potro sin domar”.
Y aquí me tienes otra vez,
entre Algeciras y Bailén,
mordiendo el polvo del arcén
y al otro lado del Edén.
Maldita carretera,
veneno, talismán,
mortal enredadera
de sangre y alquitrán,
luciérnaga en la noche,
coches que vienen y van.