Es a ti a quien culpo de éste pesar,
que no me deja dormir tranquila
desde hace meses.
Te pido que entiendas y razones mis
palabras, pues no son más que gritos
ahogados.
Sobre los mares del recuerdo habito,
y en mis blancos pensamientos
desgastados por la memoria
se encojen mis esperanzas
Cómo explicarte éste pesar
que me acompaña tan profunda la noche.
Blanca y fría noche,
ausente y oscura noche.
De mis oídos surcan los pensamientos
y en mi boca se esconden estas letras
vacías.
Que de nuestras almas, ahora lejanas,
vibra el silencio mutuo,
y de tus labios exhalas oscuros secretos
vagantes en tu conciencia.
Es tu silencio un martirio, sin embargo,
de tu eco no quiero ningún susurro.
Ahógate en mí, pues de ti no supe nada
y en mí existes como una imagen viva,
producto de mi triste añoranza.
Preciso el día de irnos.
Muere conmigo, porque pese haber
muerto de mi lado, has de vivir
en las aguas de madrugada.
Por eso, muere, viva presencia
imaginada, de turbia y oscura alma.
Tu, que no eres, muere.
Muere en mi,
Y de tu muerte nublada
devuelve en mi la gracia,
perfume de vainilla en campos azules
y estrellas doradas, cristales amantes
y sonrisa plateada.