Llegó a los pies de Cristo Magdalena,
De todo su vivir arrepentida;
Y viéndole a la mesa, enternecida,
Lágrimas derramó en copiosa vena.
Soltó del oro crespo la melena,
Con orden natural entretejida,
Y deseosa de alcanzar la vida,
Con lagrimas bañó su faz serena.
Con un vaso de ungüento los sagrados
Pies de Jesús ungió, y él diligente
La perdonó (por paga) sus pecados.
Y pues aqueste ejemplo veis presente,
¡Albricias, boticarios desdichados,
Que hoy da la gloria Cristo por ungüente!