Francisco de Quevedo

A la huerta del duque de Lerma, favorecida y ocupada muchas veces del señor rey don Felipe III, y olvidada hoy de igual concurso

Yo vi la grande y alta jerarquía
Del Magno, invicto y santo Rey Tercero
En esta casa, y conocí Lucero
Al que en sagradas Púrpuras ardía.
 
Hoy, desierta de tanta Monarquía
Y del Nieto, magnánimo heredero,
Yace; pero arde en glorias de su acero,
Como en la pompa que ostentar solía.
 
Menos envidia teme aventurado
Que venturoso: el Mérito procura,
Los Premios aborrece escarmentado.
 
¡Oh amable, si desierta Arquitectura,
Más hoy, al que te ve desengañado,
Que cuando frecuentada en tu ventura!
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