The church of San Giorgio in Velabro in Rome, by Antonie Sminck Pitloo
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Luis Arrúa Luis Arrúa

Cantautor uruguayo de Tupambaé Cerro Largo, nació el 14 de setiembre de 1988 en Santa Clara de Olimar. Comenzó su interés por la música a los 16 años de edad; su abuelo le regalo una guitarra después de la continua insistencia de su padre, de querer que un hijo fuera músico de el nombrado instrumento. De pequeño, en la familia veía esa costumbre y gusto por la música y el canto; todos los géneros eran aceptados al correr de las distintas ocasiones del año. Después de haber participado en un certamen de la voz en su pueblo natal, le tomo el gusto y la dedicación al canto y la guitarra. El apoyo de personas que ya tenían el conocimiento, fue fundamental para el inicio de lo que perduraría en su vida. Al poco tiempo de afirmar sus paso, comenzó a escribir la idea de lo que podría ser una canción en letra y música. Con los años y tantas curiosidades obtuvo mejoras musicales y literarias. Así comiensan las presentaciones en sencillos evento y reuniones de amigos, donde podia sentir el agrado de la adrenalina y espontánea música autodidacta. Con el tiempo y la insistencias por comprender ese mágico mundo, lo lleva a transitar junto con su crecimiento por razones y oportunidades de la vida, en el trabajo y la formación de un ser. Formo varios grupos y duos del folclor de su país, funcionando con ritmos y fusiones de las fronteras y distintos sonidos latinoamericanos. Graba su primer álbum en el año 2014 el cual se titulo " Mi padre el alambrador " el cual llevaría el nombre de la canción principal y la que le diera mas satisfacciones. Se encuentra con su identidad y conformidad en el tercer trabajo titulado "Huella Arachana" desde ahí la comodidad y seguridad de la linea a seguir con sus mejoras fue clara. La composición de canciones y música le despertó el interés por la poesía literaria; después de conocer personas con gran gusto he interés por la misma. Sus fragmentos apuntan a las experiencias de la vida cotidiana, la historia y su vivencias. Nombrado en distintos premios y reconocimientos como cantautor dentro y fuera del país, llevo a tomar con mas dedicación y seriedad la composición musical y literaria. Luis Arrúa canta y escribe inspirado en la vida cotidiana y sus inquietudes, siempre tratando dejar un mensaje y hacer buena utilidad de la canción y poesía.

Juan Antonio Alix Juan Antonio Alix

Juan Antonio Alix. Desapercibido pasó el 180 aniversario del natalicio de Juan Antonio Alix (Moca, 6 septiembre 1833 – Santiago, 15 febrero 1918), recordado por sus décimas Eso e paja pa’ la gaiza, El follón de Yamasá, El negro tras de la oreja, Entre Lucas y Juan Mejía, Cánticos (mejor conocida como A las arandelas) y Los mangos bajitos. Sabemos que tenía una hermana, Carmen Alix Rodríguez, y que sus padres, Juan Mateo Alix, natural de Cabo Haitiano, y María Magdalena Rodríguez, casaron en Moca en 1829. Su madre, hija de Domingo Antonio Rodríguez y Juana de Rojas Valerio, había casado por primera vez con Juan José Espaillat Velilla, con quien había procreado a Juan Francisco, José María y Eloísa Espaillat Rodríguez, esta última esposa de su primo hermano paterno Ulises Francisco Espaillat Quiñones, presidente de la República en 1876. En su entorno familiar materno se descubren interesantes entronques. Una de sus tías fue Tomasina Rodríguez Rojas de Julia, ascendiente de los eminentes médicos Alejandro Llenas Julia y Arturo Grullón Julia, el gestor cultural Rafael Díaz Niese, el historiador mocano Julio Jaime Julia Guzmán, el historiador y político Juan Isidro Jimenes Grullón, el escritor Virgilio Díaz Grullón, el munícipe santiaguero Tomás (Jimmy) Pastoriza Espaillat y el banquero Alejandro Grullón Espaillat. Su tía abuela María Dolores Rojas Valerio de Solano fue madre, entre otros, de Domingo Antonio Solano Rojas, el famoso padre Solano, quien fuera padre, entre otros hijos, de Santiago Petitón y José Antonio Olavarrieta, troncos de las familias Petitón y Olavarrieta, y ascendiente del presidente Rafael Estrella Ureña, el Dr. José Jesús Jiménez Olavarrieta, Maestro de la Medicina Dominicana; el munícipe santiaguero Víctor Espaillat Mera y la ex primera dama Asela Mera de Jorge. De su lado, su tío abuelo Carlos de Rojas Valerio fue padre, entre otros, de Benigno Filomeno de Rojas Ramos, presidente del Congreso Constituyente que adoptó en Moca la Constitución de 1857 y prócer civil de la Guerra de la Restauración, y de Carlos de Rojas Ramos, tronco de la familia Rojas de Moca. Alix casó con Petronila Francisca Liriano Bidó y procreó a Petronila Hortensia (n.1868); Tomasina (f. 19 de marzo de 1940), esposa desde 1892 de José María Benedicto Luisón (papá Cheché), munícipe y presidente del Ayuntamiento de Santiago en varias ocasiones; Olivia Juana Antonia, quien casó con Agustín Bonilla Tavares en 1897; Rosalina (Rocha), quien casó en 1898 con Manuel Malagón Espaillat y fallecida en 1900 a la edad de 23 años; Carmen, fallecida soltera y sin descendencia, y Agripina (Pinona) Alix Liriano, esposa del puertorriqueño Ramón Goico. El matrimonio Benedicto Alix procreó a Graciela, esposa de Narciso Román; Mario, Mercedes, Migdalia, Rafael, Rosa Celia, cónyuge de Eladio Antonio Victoria Morales, y José Tomás Benedicto Alix, esposo de Delia Guzmán. Los hijos de Olivia Juana Antonia Alix de Bonilla, fueron Agustín, Betina, Carlos, Dorila, Emma, casada con Rafael Díaz Espinal; María, cónyuge de Manuel Furcy Bonnelly Fondeur; Nidia Antonia, cónyuge de José Manuel Nicolás Rodríguez, y Zaida Bonilla Alix. De su lado, los hijos de Agripina Alix Liriano fueron Mercedes, Miguel Ángel, Octavio y Juan Goico Alix, este último poeta como su abuelo. La descendencia de Alix alcanza ya la sexta generación, compuesta por niños y jóvenes nacidos a fines del siglo XX y principios del XXI, quienes de seguro desconocen que tienen “detrás de la oreja” a nuestro máximo poeta popular. Instituto Dominicano de Genealogía Referencias Hoy—hoy.com.do/juan-antonio-alix-180-anos/

Ramón de Almagro Ramón de Almagro

História de Vida La amenaza de un atentado en el barrio de Once, cercano al almacén que atendía junto a su esposa, dio un vuelco inesperado en la vida de Ramón Valdez y lo convirtió en poeta casi por casualidad. Hoy, a raíz de ese incidente adverso, es famoso por las estrofas que se cuelan en los vagones de la línea D del subte, con las que invita a los usuarios a abandonar la rutina propia del viaje. Don Ramón y Doña Elsa fueron durante más de 20 años almaceneros, pero se vieron obligados a cerrar el comercio, que se encontraba próximo a la Sociedad Argentina Hebraica, cuando el temor a que se produjeran nuevas ofensivas contra la comunidad judía en la Argentina se afianzó en la zona y llevó a los vecinos a tomar decisiones drásticas, de esas de las que luego es difícil volver atrás. "De golpe y porrazo Hebraica cerró y dejaron de venir los socios que venían a comprarme al almacén. Pasaron casi cuatro años que aguanté sin cerrar, porque vivíamos de eso, pero hubo un momento en el que no quedó nada más por hacer. Junté cosa por cosa todo lo tenía y me fui a mi casa a los 62 años, sin saber cómo seguir", relató a la nación.com el "señor de los poemas", como lo suelen llamar algunos de los viajeros frecuentes del subte. Los primeros pasos de este almacenero devenido en poeta no fueron precisamente ordenados. Más bien constituyeron ensayos hasta transformarse en el ingreso principal de la familia, sin contar la módica jubilación que había obtenido por su trabajo en el local ubicado en Sarmiento y Pasteur. Tampoco respondieron a una pasión en particular. Simplemente, se orientaron hacia un único deseo: el de poder salir adelante en medio de la bronca, el enojo y la tristeza que lo atormentaban por esos días. Una oportunidad. Un aviso publicado en un diario, que leyó una de sus hijas, acercó a Don Ramón al oficio de escribir. Se trataba de una publicidad sobre la apertura de una escuela secundaria nocturna destinada a adultos. No lo dudó. Se inscribió ese mismo día en el Colegio Evangélico Villa Devoto y recibió media beca en el arancel para poder cursar. "Estábamos todos chochos. Mis compañeros porque yo era una persona mayor y yo porque tenía adonde ir. Más que nada buscaba contención", confesó. Una de sus principales mentoras en el mundo de la poesía fue justamente la profesora de lengua del instituto. Ella fue la encargada de animarlo a contar historias sencillas, de la vida cotidiana , "de esas que le llegan a la gente", inspirándose en poemas del uruguayo Mario Benedetti, de quien hoy se confiesa como un gran admirador. Las cosas empezaban a mejorar. En las aulas del colegio nació su atracción por la escritura y comenzó a gestarse también una nueva fuente de trabajo. "Sentía la necesidad de ganarme la vida. Era lo que siempre había hecho", aseguró. Sobre ruedas. Con un cuadernillo que agrupaba sus primeros siete poemas, decidió un domingo ir a probar suerte, en compañía de su familia, a Parque Centenario. "Empecé a repartirlos a orillas del lago. Se los daba a la gente para que los leyera y después pasaba a recogerlos. Ese domingo me gané 6 pesos, que en ese momento era un montón. Significaba el vino, el tomate y los fideos", recordó, mientras una sonrisa cargada de picardía y satisfacción aparecía en su cara. Pero la espera entre un fin de semana y el siguiente para la venta se hacía ardua y había que mantener la casa. Y fue ahí cuando se acordó de haber visto a un chico en el subte que vendía poemas: "Y pensé: ¿Por qué no?". Tímidamente Ramón describió: "Vivía en Corrientes y Medrano, pero me fui al subte que quedaba más lejos mi casa, el de Retiro, donde nadie me conocía. Cuando vi venir el primer subte, dije: «No, este viene muy vacío, me quedo un poquito más». Después pasó otro, pero tampoco subí porque venía muy lleno. Lo que pasaba en realidad es que tenía «chucho», una vergüenza terrible. Era muy difícil exponerse. Sentía que estaba mendigando. Pero después arranqué". Sus seguidores. Hoy, lejos de las góndolas o de la caja registradora del almacén, el poeta del subte disfruta de las muestras diarias de cariño que recibe de los usuarios del servicio, pero también de las que le envían los admiradores de su obra desde Colombia, México y España, para felicitarlo por su ejemplo de esfuerzo y dedicación a los casi 75 años. "Me generan la alegría más grande y me levantan el ánimo todos los días", indicó agradecido tras "haber encontrado su lugar en el mundo". Poema del Olvido Tú puedes olvidar y los recuerdos Se pegan a mi piel como un castigo. Tú puedes olvidar, yo sólo vivo Añorando el querer que se ha perdido. Tú puedes olvidar y en cada noche Mil vueltas yo me doy buscando olvido. Tú puedes olvidar. ¡Ay si pudiera! Olvidar como tú... sin un suspiro. Referencias http://sociedadedospoetasamigos.blogspot.com.es/2010/04/don-ramon-de-almagro-poeta-argentino.html




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