(1923)
#Españoles #Generación27 #Madrileños #SigloXX #Presagios (1923)
Imposible llamarla. Yo no dormía. Ella creyó que yo dormía. Y la dejé hacer todo: ir quitándome
La materia no pesa. Ni tu cuerpo ni el mío, juntos, se sienten nunca servidumbre, sí alas. Los besos que me das
¿Quién, quién me puebla el mundo esta noche de agosto? No, ni carnes, ni alma. Faroles, contra luna. ¿Abrazarme? ¿Con quién?
¡Qué día sin pecado! La espuma, hora tras hora, infatigablemente, fue blanca, blanca, blanca. Inocentes materias,
¡Sí, todo con exceso: la luz, la vida, el mar! Plural todo, plural, luces, vidas y mares. A subir, a ascender
Yo no puedo darte más. No soy más que lo que soy. ¡Ay, cómo quisiera ser arena, sol, en estío! Que te tendieses
Sin armas. Ni las dulces sonrisas, ni las llamas rápidas de la ira. Sin armas. Ni las aguas de la bondad sin fondo,
Amor, amor, catástrofe. ¡Qué hundimiento del mundo! Un gran horror a techos quiebra columnas, tiempos; los reemplaza por cielos
Tersa, pulida, rosada ¡cómo la acariciarían, sí, mejilla de doncella! Entreabierta, curva, cóncava, su albergue, encaracolada,
Todo dice que sí. Sí del cielo, lo azul, y sí, lo azul del mar; mares, cielos, azules con espumas y brisas,
No, no dejéis cerradas las puertas de la noche, del viento, del relámpago, la de lo nunca visto. Que estén abiertas siempre
No, no te quieren, no. Tú sí que estás queriendo. El amor que te sobra se lo reparten seres y cosas que tú miras,
Lo encontraremos, sí. Nuestro beso. ¿Será en un lecho de nubes, de vidrios o de ascuas? ¿Será
Quietas, dormidas están, las treinta, redondas, blancas. Entre todas sostienen el mundo. Míralas, aquí en su sueño,
No, no puedo creer que seas para mí, si te acercas, y llegas y me dices: “Te quiero”. ¿Amar tú? ¿Tú, belleza