#Mexicanos #PremioCervantes #PremioNobel #SigloXX
Sobre el tablero de la plaza se demoran las últimas estrellas. Torres de luz y alfiles afilados cercan las monarquías espectrales. ¡Vano ajedrez, ayer combate de ángeles!
En fila ordenadas regresamos y cada noche, cada noche, mientras hacemos el camino, el breve infierno de la espera y el espectro que vierte en el oído:
No estoy en la cresta del mundo, El instante no es columna de estilita, no sube desde mis plantas el tiempo,
Pulsas, palpas el cuerpo de la noche, verano que te bañas en los ríos, soplo en el que se ahogan las estrellas, aliento de una boca, de unos labios de tierra.
Mudo, tal un peñasco silencioso desprendido del cielo, cae, espeso, el cielo desprendido de su peso, hundiéndose en sí mismo, piedra y pozo. Arde el anochecer en su destrozo;
#Soneto
Déjame, sí, déjame, dios o ángel, demoni… Déjame a solas, turba angélica, solo conmigo, con mi multitud. Estoy con uno como yo, que no me reconoce y me muestra mis arma…
Dos cuerpos frente a frente son a veces dos olas y la noche es océano. Dos cuerpos frente a frente son a veces dos piedras
Con la lengua cortada y los ojos abiertos el ruiseñor en la muralla Ojos de pena acumulada y plumaje de sangre
Óyeme como quien oye llover, ni atenta ni distraída, pasos leves, llovizna, agua que es aire, aire que es tiempo, el día no acaba de irse,
Contra la noche sin cuerpo se desgarra y se abraza la pena sola Negro pensar y encendida semilla Pena de fuego amargo y agua dulce
Como tras de sí misma va esta línea por los horizontales confines persiguién… y en el poniente siempre fugitivo en que se busca se disipa —como esta misma línea
Habla deja caer una palabra Buenos días he dormido todo el invierno… Habla Una piragua enfila hacia la luz Una palabra ligera avanza a toda vela
Un quieto resplandor me inunda y ciega, un deslumbrado círculo vacío, porque a la misma luz su luz la niega. Cierro los ojos y a mi sombra fío esta inasible gloria, este minuto,
Sobre el estante, entre un músico Tang y un jarro de Oaxa… incandescente y vivaz, con chispeantes ojos de papel de plata, nos mira ir y venir
La plaza es diminuta. Cuatro muros leprosos, una fuente sin agua, dos bancas de cemento y fresnos malheridos.