Cayendo estuvo por muchas horas.
No sabría decir cuantas, porque de todas formas eso era lo que menos me importaba.
Oía las gotas chocar con las ramas y encharcar las casas.
Allí afuera parecía que alguien se dejó una manguera olvidada, y la llave del agua girada.
Corre furiosa por la cañería, busca escapar y encontrar la salida, llegar a la ría, al mar y ser vida, la gota de agua que cruzó tus mejillas.
Dame un sentido, déjame beber,
que su fresca caricia me bese por dentro.
Un día será río y en otro la montaña.
Un día en la nube y el otro en la playa.
Un día será tierra y en unos muchos planta.
Un día fue la gota que cruzó tu cara,
mañana será el caliz que cure a mi cerebro.
El puro manantial del que nunca bebo...