Miguel Hernández

Al derramar tu voz su mansedumbre

Al derramar tu voz su mansedumbre
de miel bocal, y al puro bamboleo,
en mis terrestres manos el deseo
sus rosas pone al fuego de costumbre.
 
Exasperado llego hasta la cumbre
de tu pecho de isla, y lo rodeo
de un ambicioso mar y un pataleo
de exasperados pétalos de lumbre.
 
Pero tú te defiendes con murallas
de mis alteraciones codiciosas
de sumergirte en tierras y océanos.
 
Por piedra pura, indiferente, callas:
callar de piedra, que otras y otras rosas
me pones y me pones en las manos.
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