Días inolvidables y momentos que recordaremos
Todo comenzó así, lo recuerdo, me recuerdo. En mi casa en rezo, adentrándome en una oración profunda con el padre. Mientras que en gritos y en abandono, desesperados otros salían a las calles con temor de verse sitiado en tanta muerte. Yo intacto, un poco asustado en esa vestida noche de pánico, siempre de pie firme sin cambiar la postura del que está rezando. Ese día el temor se apoderó de las personas, recuerdo los rostros de los que me rodeaban; tantos como los de mi familia y vecinos. Personas que salieron a las calles, atemorizada por aquel día devastador que nunca olvidaremos y que marco nuestras vidas para siempre. Fueron muchos los mensajes recibidos por parte de nuestras familias y amigos, en respuesta de saber si estabamos bien. Otros que en medio del pánico no podían cerrar los ojos ni conciliar el sueño a temor de que la tierra vuelva a temblar a causa de sus dolores de parto. No dejo de terminar de pensar que hubiera pasado si los daños hubieran sido muchos más mayores; –no digo que no lo haya sido, ya que muchas vidas se perdieron en ese día a causa del terremoto que hubo en mi país. Gracias a la mayoría, de las personas caritativas y en unión de los corazones bondadosos; como país y personas unidas, pudimos tenderle la mano para quiénes lo habían perdido todo, empezando por sus hogares y seres queridos, como hermanos, como personas, pudimos levantarnos, siempre unidos.
Hoy en día un terremoto de mayor magnitud golpea a nuestros hermanos mexicanos, donde los daños fueron fatales y en donde perecieron muchas vidas humanas.
Arriba México, como país levanta tus caídas ramas. Bajo tu triste cielo que te vio caer, levantate de la llovida recién caída que pisoteo con sangre tus verdes pastos. Levantate por los vientos nuevos y los aires pesados que estarán por venir. Vendrán cosas peores y profeticas y tenemos que estar de pie, preparados, en la limpidez admirable de aquella hora. Hoy te has visto al borde del precipicio, mañana te verás; ya levantada. Recordarás el día en que fuiste azotada como en otros tiempos, pero tendrás que lidiar con esos momentos; como otros países que han tenido sus peores ratos. Dios perdone a cada uno de sus hijos, ofensas y pecados y nos ayude a levantarnos, como nación, como personas, como gente que somos, y nos ayude a superar las malas rachas.
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