¡Ay, amor! De que me sirve
Amarte con este sentimiento santo,
Que estoy vertiendo sobre ti
Y lo derramas sobre mi llanto.
¡De que me sirve este cariño
De tu soñada Aurora!
Cuando lloro como un niño
Cuando tu no me perdonas;
¡Y en el nombre de ese amor
Solamente me abandonas!
Dedicado a Marisela Abad.