Cuando el barco es dejado por las ratas
a uno le vienen malos pensamientos;
alarmas sin razón, carencias natas,
pereza para aliarse con los vientos
o no prever lo mucho que fatiga
la plenamar con sus aburrimientos.
No obstante puede ser que Dios bendiga
la quiebra del bauprés, las velas rotas,
y antes que en sombras llegue la enemiga
y las gotas se junten con las gotas
antes que el mar se encrespe o se confunda,
decore al fin el mástil con gaviotas
y el barco quede hermoso. Aunque se hunda.