De pronto comenzaron
a llorar las criaturas
los perros en el ángelus
las vírgenes propensas
los ancianos a término
y los sauces llorones
y también empezaron
a llorar las paredes
las tejas las cebollas
los lirios los paraguas
las proas de los barcos
el invierno inminente
y por fin se lanzaron
a llorar las veletas
los desaparecidos
las nostalgias los tréboles
los deseos errantes
tus ojos y mis ojos
y en consecuencia el mar
fue creciendo y aullando
poderoso de triste
y la playa no supo
qué hacer con tanto llanto.