Por las ondas del mar de unos cabe… un barco de marfil pasaba un día que, humillando sus olas, deshacía los crespos lazos que formaban de… iba el Amor en él cogiendo en ello…

Mi bien nacido de mis propios male… retrato celestial de mi Belisa, que en mudas voces y con dulce ris… mi destierro y consuelo hiciste ig… Ciego, llorando, niña de mis ojos,

«—¿Apartaste, ingrata Filis, del amor que me mostrabas para ponerlo en aquel que pensando en ti se enfada? ¡Plegue a Dios no te arrepientas

Las pajas del pesebre, niño de Belén, hoy son flores y rosas, mañana serán hiel. Lloráis entre las pajas

Mil años ha que no canto porque ha mil años que lloro trabajos de mi destierro, que fueran de muerte en otros. Sin cuerdas el instrumento,

Pasos de mi primera edad que fuist… por el camino fácil de la muerte, hasta llegarme al tránsito más fue… que por la senda de mi error pudis… ¿qué basilisco entre las flores vi…

Con ánimo de hablarle en confianza de su piedad entré en el templo un… donde Cristo en la cruz resplandec… con el perdón de quien le mira alc… Y aunque la fe, el amor y la esper…

La tarde se escurecía entre la una y las dos, que viendo que el Sol se muere, se vistió de luto el sol. Tinieblas cubren los aires,

Nace el alba María y el sol tras ella, desterrando la noche de nuestras penas. Nace el alba clara,

Dulce Jesús de mi vida, ¡qué dije!, espera, no os vais: que no es bien que vos seáis de una vida tan perdida. Pero si no sois de mí,

Corría un manso arroyuelo entre dos valles al alba, que sobre prendas de aljófar le prestaban esmeraldas. Las blancas y rojas flores

Entro en mí mismo para verme, y de… hallo, ¡ay de mí!, con la razón po… una loca república alterada, tanto que apenas los umbrales entr… Al apetito sensitivo encuentro,

Llenos de lágrimas tristes tiene Belardo los ojos, porque le muestra Belisa graves los suyos hermosos. Celos mortales han sido

Si fuera de mi amor verdad el fueg… él caminara a tu divina esfera; pero es cometa que corrió ligera con resplandor que se deshizo lueg… ¡Qué deseoso de tus brazos llego

Dulce Jesús de mi vida, ¡qué dije!, espera, no os vais: que no es bien que vos seáis de una vida tan perdida. Pero si no sois de mí,