#EscritoresEspañoles (1612) Belén Pastores de
«—¿Apartaste, ingrata Filis, del amor que me mostrabas para ponerlo en aquel que pensando en ti se enfada? ¡Plegue a Dios no te arrepientas
Gaspar, si enfermo está mi bien, d… que yo tengo de amor el alma enfer… y en esta soledad desierta y yerma… lo que sabéis que paso persuadilde… Y para que el rigor temple, advert…
Si fuera de mi amor verdad el fueg… él caminara a tu divina esfera; pero es cometa que corrió ligera con resplandor que se deshizo lueg… ¡Qué deseoso de tus brazos llego
En una playa amena, a quien el Turia perlas ofrecía de su menuda arena, y el mar de España de cristal cubr… Belisa estaba a solas,
Picó atrevido un átomo viviente los blancos pechos de Leonor hermo… granate en perlas, arador en rosa, breve lunar del invisible diente. Ella dos puntas de marfil luciente…
Sale la estrella de Venus al tiempo que el sol se pone, y la enemiga del día su negro manto descoge, y con ella un fuerte moro
Pululando de culto, Claudio amigo… minotaurista soy desde mañana; derelinquo la frasi castellana, vayan las Solitúdines conmigo. Por precursora, desde hoy más me o…
Canta pájaro amante en la enramada selva a su amor, que por el verde… no ha visto al cazador que con des… le está escuchando, la ballesta ar… Tirale, yerra. Vuela, y la turbad…
Deseando estar dentro de vos propi… Lucinda, para ver si soy querido, miré ese rostro que del cielo ha s… con estrellas y sol natural copia; y conociendo su bajeza impropia,
Vengada la hermosa Filis de los agravios de Fabio a verle viene al aldea enfermo de desengaños. A ruego de los pastores
Atada al mar Andrómeda lloraba, los nácares abriéndose al rocío, que en sus conchas cuajado en cris… en cándidos aljófares trocaba. Besaba el pie, las peñas ablandaba
Gallardo pasea Zaide puerta y calle de su dama, que desea en gran manera ver su imagen y adorarla, porque se vido sin ella
Cuelga sangriento de la cama al su… el hombro diestro del feroz tirano… que opuesto al muro de Betulia en… despidió contra sí rayos al cielo. Revuelto con el ansia el rojo velo
Querido manso mío, que venistes por sal mil veces junto aquella ro… y en mi grosera mano vuestra boca y vuestra lengua de clavel pusiste… ¿por qué montañas ásperas subistes
«—¡Ay, amargas soledades de mi bellísima Filis, destierro bien empleado del agravio que la hice! Envejézcanse mis años