Encaneció las ondas con espuma Argos, primera nave, y sin temella… osó tocar la gavia las estrellas, y hasta el cerco del sol volar sin… Y aunque Anfitrite airada se cons…

Pasos de mi primera edad que fuist… por el camino fácil de la muerte, hasta llegarme al tránsito más fue… que por la senda de mi error pudis… ¿qué basilisco entre las flores vi…

Quejosas, Dorotea, están las flor… que las colores las habéis hurtado… y la frígida nieve se ha quejado de que mayores son vuestros rigore… Quejoso está el amor, que los amor…

7 Éstos los sauces son y ésta la fue… los montes éstos, y ésta la ribera donde vi de mi sol la vez primera los bellos ojos, la serena frente.

Atada al mar Andrómeda lloraba, los nácares abriéndose al rocío, que en sus conchas cuajado en cris… en cándidos aljófares trocaba. Besaba el pie, las peñas ablandaba

Rota barquilla mía, que arrojada de tanta envidia y amistad fingida… de mi paciencia por el mar regida con remos de mi pluma y de mi espa… una sin corte y otra mal cortada,

Vengada la hermosa Filis de los agravios de Fabio a verle viene al aldea enfermo de desengaños. A ruego de los pastores

Céfiro blando que mis quejas trist… tantas veces llevaste, claras fuen… que con mis tiernas lágrimas ardie… vuestro dulce licor ponzoña hicist… selvas que mis querellas esparcist…

Pasando el mar el engañoso toro, volviendo la cerviz, el pie besaba de la llorosa ninfa, que miraba perdido de las ropas el decoro. Entre las aguas y las hebras de or…

La tarde se escurecía entre la una y las dos, que viendo que el Sol se muere, se vistió de luto el sol. Tinieblas cubren los aires,

Pastor que con tus silbos amorosos me despertaste del profundo sueño, Tú que hiciste cayado de ese leño, en que tiendes los brazos poderoso… vuelve los ojos a mi fe piadosos,

Dulce Jesús de mi vida, ¡qué dije!, espera, no os vais: que no es bien que vos seáis de una vida tan perdida. Pero si no sois de mí,

Versos de amor, conceptos esparcid… engendrados del alma en mis cuidad… partos de mis sentidos abrasados, con más dolor que libertad nacidos… expósitos al mundo, en que perdido…

De una recia calentura, de un amoroso accidente, con el frío de los celos Belardo estaba a la muerte. Pensando estaba en la causa,

¿Quién es aquel Caballero herido por tantas partes, que está de expirar tan cerca, y no le socorre nadie? «Jesús Nazareno» dice