El caballo relincha, el perro ladra,
La suma de los ángulos de un triángulo
Es igual a dos rectos,
La sopa, la conciencia, el alcaucil, después
Del dos el tres, después del hoy, mañana,
Casi nadie lo sacará de sus casillas.
Casi nadie ni nada, porque
¿Cómo tomar en serio esos latidos
En que el sueño es acceso, esas miradas
De insoportable lucidez en un tranvía,
Eso que ahora dice: Huye,
Pero al final, al fin y al cabo, no era más
Que un gajo de naranja
Reventando en la boca?
¿Cómo tomar en serio que una puerta
Dé a la tristeza cuando el arquitecto
La abre al pasillo, que unos senos
Dibujen paralelos sus jardines
Cuando es la hora de ir a la oficina?
Imposible negar las evidencias
Dice el doctor y dice bien, inútil
Sacar de sus casillas al honesto almanaque,
San Rulfo, Santa Tecla, San Fermín,
La Asunción,
El caballo relincha, el perro ladra,
Casi nadie le ofrece en una esquina
Un pedacito suelto de bicicleta o trompo,
Casi nunca es verano en pleno invierno
Por razones de estricta pulimentada lógica,
Hay que ser lo que es o no ser nada, y nada
Lo sacará de sus casillas, nadie
Lo sacará, y si un caballo ladra
No lo sabremos nunca, porque
Los caballos no ladran.
Bastaría un apenas, un no quiero,
Para empezar de otra manera el día,
Hervir la radio con las papas
Y a cada chico darle un cocodrilo
Para que huela a miedo en las escuelas,
Sacar los muertos a que tomen aire,
Meter las mitras en la mayonesa,
Actividades subversivas, claro,
Pero otras cosas hay: fusiles
Corren por las picadas, Sudamérica
Crece en su selva hacia la aurora,
De tanto arroz bañado en sangre
Nacerá otra manera de ser hombre.
No cito más que apenas estas cosas,
saco de sus casillas a unos cuantos
que todavía creen en la poesía
encasillada en su vocabulario
lleno de compromisos con lo abstracto.
(La suma de los ángulos de un triángulo).
Los caballos no ladran.
(Dice el doctor, y dice bien).