No quiero descender en lluvia mansa
sobre este campo de maduro trigo.
Nube: su dueño malo es mi enemigo
y hasta los crueles mi bondad no alcanza.
Yo regué sus sembrados. S u labranza
hice fecunda. Si contó conmigo
yo nunca le falté. Y hoy a un mendigo
nególe el lecho, el pan y la esperanza.
Tornaré en destructoras piedrezuelas
mi caudal refrescante y codiciado
y en tanto tú sobre la era vuelas,
bajaré a hacer añicos el tesoro
del hombre duro a la piedad negado.
Y flageló el granizo el campo de oro.