En mi vega oriental, verde collado,
fiesta siempre de grama a colorines,
suenan flautas y violas y violines,
desde el trino inicial, bien acordado.
Y desta hora matinal, a la de
adormecida fiesta de la tarde,
es la esmeralda, y el rubí que arde
un delirio de púrpura y de jade.
Después la perla de la luz difusa,
el ilustre zafiro de este cielo,
la Cruz del Sur corola de profusa
y rica flor a fuego en el desvelo
y el recuerdo sin bálsamos ni cura,
tormentación de ansiosa criatura.