Tu rostro siempre en mi sangre,
tu aliento sobre mi ensueño.
No hay torrentes ni murallas,
descansas sobre mi pecho.
Van y vienen aves lentas,
van y vienen golondrinas.
¡Ah, qué dulzura saberte
incorporado a mi vida!
Tan lejos y tan cercano.
Tan real y tan de mi niebla.
Vuelve la cara. Yo sé
que estás sintiendo mis venas.
Mi gozo es de luz y sombra
si te vas o te aproximas,
brilla o duerme la lucerna
que me alumbra la sonrisa.
¡Qué blando es el terciopelo
de tu ternura increíble!
Musgo que alivia mi sueño
cuando a la piedra se ciñe.
Anda y vuelve. Voy contigo
y quedas en mi desvelo.
Para mi sombra en tu sombra,
el cielo.