Contra el cielo inespresable, el álamo, ya amarillo, instala la alta belleza de su éstasis vespertino. La luz se recoje en él

Está el cielo tan bello, que parece la tierra. (Dan ganas de volver los pies y la cabeza.)

Que nada me invada de fuera, que sólo me escuche yo dentro. Yo dios de mi pecho. (Yo todo: poniente y aurora;

Desde la débil iluminación amarilla de mi cuarto de convaleciente, blando de alfombras y tapices, oigo pasar por la calle nocturna, como en un sueño con relente de estrellas, ligeros bu...

A través de la paz del agua pura, el sol le dora al río sus verdines… las hojas secas van, y los jazmine… últimos, sobre el oro a la ventura… El cielo, verde, en la más libre a…

Estoy completo de naturaleza, en plena tarde de áurea madurez, alto viento en lo verde traspasado… Rico fruto recóndito, contengo lo grande elemental en mí (la tier…

¡Ojos que quieren mirar alegres y miran tristes! ¡Ay, no es posible que un muro viejo

Subes de ti misma, como un surtidor de una fuente. No se sabe hasta donde

¡Qué tranquilidad violeta por el sendero a la tarde! A caballo va el poeta... ¡Qué tranquilidad violeta! La dulce brisa del río,

Nada me importa vivir con tal de que tú suspires, (por tu imposible yo, tú por mi imposible) Nada me importa morir

Andando, andando. Que quiero oír cada grano de la arena que voy pisando. Andando. Dejad atrás los caballos,

Dios está en su palacio de cristal. Quiero decir que llueve, Platero. Llueve. Y las últimas flores que el otoño dejó obstinadamente prendidas a sus ramas exangües, se cargan de diamante...

No sois vosotras, ricas aguas de oro, las que corréis por el helecho, es mi alma. No sois vosotras, frescas alas libres, las que os abrís

Era la comida de los niños. Soñaba la lámpara su rosada lumbre tibia sobre el mantel de nieve, y los geranios rojos y las pintadas manzanas coloreaban de una áspera alegría fuerte aquel...