Ju Puello

Memorias de un putero

A la chica cuyo nombre ignoro, pero que siempre recuerdo.

Han pasado algunos años desde esa noche de putero y puedo decir que por estas fechas siempre vienes a la memoria, ya sea para reprocharme lo estúpido que he sido, o para hacerte eco y pedir que no te olvide.

Recuerdo tus ojos tristes,
tus manos suaves,
aunque manchadas por el peso de la vida,
tus uñas machucadas,
tus dientes amarillos,
y tus labios cenizos de tanto fumar.

La imagen de tu rostro,
los gramos de coca que ingeriste en mi presencia,
La tarjeta que me quitaste para hacerlo,
Y el chico que tocó la puerta
nunca se esfuman del todo.

No me aprendí tu nombre, pero te bauticé Rocío,
sí porque esa noche llovía a mares y al siguiente día desperté con tu rostro en la cabeza.
Recuerdo tu voz ya ronca, asumo que producto de las muchas repeticiones de aquellos discursos que dabas a cada cliente durante la noche.

Veo al chiquillo que trataba de experimentar cómo funciona la vida mientras buscaba tus servicios y no puedo evitar dejar caer una lágrima.
Sí, lágrima de tristeza por ese maldito vacío responsable de mi yo de ese entonces y de tu yo de hoy día,
lágrima de coraje, porque no pude regalarte un buen de orgasmos, lo cierto es que ni siquiera lo intenté,
lágrima de rabia, por todo el sistema para el que no existes y por toda la gente que ignora tu realidad, por todos los golpes que has recibido en nombre del oficio y por cada droga que has tenido que usar para aligerar las penas,
lágrima de nostalgia por el recuerdo de esa larga conversación que tuvimos y porque nunca más pude verte, a pesar de las tantas que intenté.

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