Nos venden los cuerpos,
nos venden las almas,
nos venden comida,
nos venden chorradas.
Discursos de libertad abundan en los cuarteles,
presos juran lealtad a sus celdas creyéndose verdaderamente libres.
Caminamos entre anuncios de TV,
cuadritos del periódico,
videos que interrumpen otros que sí interesan,
calles plagadas de carteles que crean necesidades ausentes,
mujeres cosificadas,
maricas como estrategia de mercado,
cuotas a la diversidad que incluye a los negros,
hombres que son más hombres por su marca de reloj,
por la actualización del carro a el último modelo... que era el precio de su novia.
Y yo que soy pobre y ya carente de otros deseos, me pregunto...
¿Cuánto cuesta un beso?
Si no lo quiero online, ¿qué tienda me recomiendan?
¿Cuántos meses debo ahorrar pa’ conseguirlo?
Renuncio a la Coca-Cola,
al Marboro Rojo,
al café Santo Domingo,
al chocolate Emperador,
a la educación de élites,
a Samsung, iPhone, LG y todas las que existan,
al Jack Daniels los domingos en la noche,
a mis vicios de alcohólico...
Renuncio al capitalismo, si traes abrazo incluido.