Humberto Fierro

La tarde muerta

Se moría la tarde rosa
de una primavera lejana,
desmayándose temblorosa
en los vidrios de mi ventada.
 
Por mi alcoba cerrada al huerto
y a la carretera tan larga,
pasaba el minuto desierto
con una lentitud amarga,
 
Ya del sol no quedaba ni una
mancha de oro en el infinito.
Yo no he visto cosa ninguna
más triste que ese azul marchito.
 
¡Tanto tiempo! Dije, hace tanto
que declinó esta tarde mustia
con un helado desencanto
y aromada de vieja angustia.
 
Delante de los callejones
bordados de ramas gentiles
Al rimar mis desolaciones
bajo mis canas infantiles.!
 
...Oh, la sentimental pobreza
de los que ni una flor cortamos,
porque fue hostil la maleza
para la prisa que llevamos.
 
De los romeros taciturnos
que fuimos desdeñando todo,
llenos de los cielos nocturnos
que mientes astros en el lodo!Caminos tiene el alma!...¿Fuimos
quizás en busca de un remedio…?
siempre asolados nos rendimos
ante las llanuras del tedio…
 
Y después de soñar ilusos
que el término no estaba lejos,
nos despertamos muy confusos
porque nos encontramos viejos.
 
Ah, quién mirada la dulzura

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