Vi a un joven sonriendo frente al espejo.
Le evité.
Le volví a evitar.
Hui de él a la carrera...
¿Mis señuelos?
Las opiniones de otros,
más y más a las poderosas y seguras.
Quizás debí dudar...
Y comencé a bajar, a rodar,
a caer y a temblar...
Sin bautismo protector,
deseando el sexo más que a Dios,
devorando intimidades,
acumulando las semillas
de quién me pudiese cruzar...
Comencé a arrastrar oro.
Y no fue suficiente, nunca lo fue.
Ni lo será...
Enfurecido e indolente
blasfemé y creé un nuevo orden,
uno en el que yo era el rey
de los títeres sin verdad.
Acabé con todos y cada uno
de los que tenían dignidad.
Luego asolé mi tierra
para que no creciera hierba
en mi vida, en mi lugar.
Yo debía morir, como los demás.
Y ahora, que lo he logrado,
el infierno de Dante está grabado
en el espejo gris que me devuelve
una imagen vagamente similar
a la de aquel joven,
el que tenía sueños
con los que no se atrevía a vibrar.
I saw a young man smiling in front of the mirror.
I avoided him.
I avoided him again.
I ran away from him...
My lures?
the opinions of others,
more and more to the powerful and safe ones.
Maybe I should have hesitated...
And I started to go down, to roll,
to fall and tremble...
Without protective baptism,
desiring sex more than God,
devouring intimacies,
accumulating the seeds
who could cross me...
I started to drag gold.
And it wasn’t enough, it never was.
Nor will it be...
enraged and indolent
I blasphemed and created a new order,
one where I was the king
of the puppets without truth.
I crashed each and every one
of those who had dignity.
Then I laid waste my land
so that grass does not grow
in my life, in my place.
I had to die, like the others.
And now that I’ve done it,
Dante’s inferno is recorded
in the gray mirror that returns me
a vaguely similar image
to that young man,
the one with dreams
with which he did not dare to vibrate.