Luis de Góngora

Canciones 2

Donde las altas ruedas
con silencio se mueven,
y a gemir no se atreven
las verdes sonorosas alamedas,
por no hacer ruïdo
al Betis, que entre juncias va dormido;
 
sobre un peñasco roto,
al tronco recostado
de un fresno levantado,
que escogió entre los árboles del soto
porque su sombra es flores,
su dulce fruto dulces ruiseñores,
 
Coridón se quejaba
de la ausencia importuna
al rayo de la Luna,
que al perezoso río le hurtaba,
mientras que él no lo siente,
espejos claros de cristal luciente.
 
«Injusto Amor —decía—,
pues permites que muera
en extraña ribera
(que por extraña tengo ya la mía),
válganme contra ausencia
esperanzas armadas de paciencia.»
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