Qué amor más sano había
entre el ciervo y aquella gacelilla.
Se encontraban al alba junto al lago,
se corrían saltando todo el día.
Su amor fue como el agua del arroyo,
¡qué cristalino amor ay, les unía!
La gacela y el ciervo paseaban
por el bosque besándose en la umbría.
Desinteresado amor les unía.
En el mundo animal
pasan las cosas
más bellas de la vida.
Un pájaro que canta a la paloma;
un lagarto que espera noche y día...
—una gacela hermosa se estremece,
porque el ciervo la mira—.
La roca tiene amores con el musgo,
la pared con la hiedra.
El árbol se conmueve con la brisa
el mar ama a la tierra.
Y todo tiene amores para nada.
Sólo del hombre brota el egoísmo.
La gacela y el ciervo se han parado,
bajo la sombra espesa de los tilos...