Gerardo Diego

La peña del camello

A Jesús Corona

El ciego azar del mar martilleando,
cincelando, besando la pasiva
dureza de la roca fue logrando
una escultura viva y transitiva.
 
Y la roca que al arpa jamás cede
no resistió el clarín; «Tú serás forma,
tú serás orden, vida». Tanto puede
la bruja tentaciòn hacia la norma.
 
Sí, roca balbuciente, escollo blando,
tú serás vida, tú eres vida ansiosa,
tú estás ahí creando, estimulando
la ingenuidad del hombre y de la rosa.
 
Estás ahí, a la vuelta del camino
—mírale ¿no le ves? mira el camello—
para enseñar la burla del destino
y del reflujo, con el agua al cuello.
 
A bajamar tallado sobre un plinto,
hundido en pleamar, tú nos enseñas
la inconstancia y nivel del laberinto
que las espumas tejen en las peñas.
 
Rudo camello, bestia sin lisonja,
remedo tosco de las zoografías,
con tu rugosa calidad de esponja,
quieto en la caravana de los días.
 
Estás ahí, gozando de un milagro.
Naciste, vives, morirás, oh flor
de azar. Camello, dromedario, onagro,
regresarás al caos. ¡Nevermore!
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