Tala, 1938
#Chilenos #Mujeres #PremioNobel #SigloXX
Árbol hermano, que clavado por garfios pardos en el suelo, la clara frente has elevado en una intensa sed de cielo; hazme piadoso hacia la escoria
Ahora vamos a cantar sólo la paloma blanca. Y donosa la azulada. Paloma blanca en cantares, paloma blanca en las casas.
Mi padre dijo que me echaría, gritó a mi madre que me arrojaría esta misma noche. La noche es tibia; a la claridad de las estrellas, yo podría caminar hasta la aldea más próxima; pero ¿...
Amo las cosas que nunca tuve con las otras que ya no tengo. Yo toco un agua silenciosa, parada en pastos friolentos, que sin un viento tiritaba
Velloncito de mi carne –que en mi entraña yo tejí– velloncito friolento– ¡duérmete apegado a mí! La perdiz duerme en el trébol– escuchándole latir:– no te turbes por mi aliento,– ¡duérm...
Quedó sobre las hierbas el leñador cansado, dormido en el aroma del pino de su hachazo. Tienen sus pies majadas
Detrás del muro encalado que no deja pasar el soplo y me ciega de su blancura, arden fiebres que nunca toco, brazos perdidos caen manando,
Ojitos de las estrellas abiertos en un oscuro terciopelo: de lo alto, ¿me veis puro? Ojitos de las estrellas,
¿En dónde tejemos la ronda? ¿La haremos a orillas del mar? El mar danzará con mil olas haciendo una trenza de azahar. ¿La haremos al pie de los montes?
Una noche como esta noche, se han de dormir viniendo el día: de Circe llena, ésa sería la noche de José Asunción, cuando a acabarse se tendía;
¡Pobre amigo!, yo nunca supe de tu semblante ni tu voz; sólo tus versos me contaron que en tu lírico corazón la paloma de los veinte años
Bajé por espacio y aires y mas aires, descendiendo, sin llamado y con llamada por la fuerza del deseo, y a más que yo caminaba
Como si nos saludasen desde lo alto la llegada a la extremosa región a la madre más lejana, viene por los aires altos
Alguna circunstancia me arranca siempre el libro que yo había dejado para las Calendas, por dejadez criolla. La primera vez el Maestro Onís y los profesores de español de Estados Unidos...
Todas íbamos a ser reinas, de cuatro reinos sobre el mar: Rosalía con Efigenia y Lucila con Soledad. En el valle de Elqui, ceñido