A Antonio Aita
#1938 #EscritoresChilenos #Tala
Resbalando los pastales y entrando por los viñedos que el Diablo trenza y destrenza desde la cepa al sarmiento, dan al animal y al indio
Árbol de fiesta, brazos anchos, cascada suelta, frescor vivo a mi espalda despeñados: ¿quién os dijo de pararme y silabear mi nombre?
A la azul llama del pino que acompaña mi destierro, busco esta noche tu rostro, palpo mi alma y no lo encuentro. ¿Cómo eras cuando sonreías?
Entre los gestos del mundo recibí el que me dan las puertas. En la luz yo las he visto o selladas o entreabiertas y volviendo sus espaldas
En costa lejana y en mar de Pasión, dijimos adioses sin decir adiós. Y no fue verdad
La llama y yo cambiamos señas, ella torciéndose, yo enclavada. Le encargo quemar mi cuerpo en caoba derribada. Y la llama aceptando me toma
En un metal de cipreses y de cal espejeadora, sobre mi sombra caída bailo una danza de mofa. Como plumón rebanado
¡Bendita sea mi lámpara! No me humilla como la llamarada del sol, y tiene un mirar humanizado de pura suavidad, de pura dulcedumbre. Arde en medio de mi cuarto: es su alma. Su apagado r...
Por que duermas, hijo mío, el ocaso no arde más: no hay más brillo que el rocío, más blancura que mi faz. Por que duermas, hijo mío,
Una niña que es inválida dijo: —«¿Cómo danzo yo?» Le dijimos que pusiera a danzar su corazón... Luego dijo la quebrada:
La hora de la tarde, la que pone su sangre era las montañas. Alguien en esta hora está sufriend… una pierde, angustiada, en este atardecer el solo pecho
Todo adquiere en mi boca un sabor persistente de lágrimas; el manjar cotidiano, la trova y hasta la plegaria. Yo no tengo otro oficio
Como si nos saludasen desde lo alto la llegada a la extremosa región a la madre más lejana, viene por los aires altos
Mi madre era pequeñita como la menta o la hierba; apenas echaba sombra sobre las cosas, apenas, y la Tierra la quería
Por si nunca más yo vuelvo de la santa mar amarga y no alcanza polvo tuyo a la puesta de mi casa, en el mar de los regresos,