Fran Gonzalez

Silencio y Sangre

No hubo nombre, no hubo juicio,
solo plomo en la nuca,
una sombra en la esquina,
un disparo sin rostro,
una bomba bajo el coche
que calló el llanto de un niño
antes de entender la muerte.
 
No hubo valor en sus manos,
solo pólvora y cenizas,
solo frío del que mata
sin mirar a los ojos,
sin escuchar el grito
de quien aún respiraba.
 
Y luego el silencio.
El de la plaza vacía,
el de los labios sellados,
el del miedo en los portales,
el de la madre que espera
una justicia invisible,
una tumba sin responso
sin flores, sola y vacia
porque allí nadie la mira
Mientras tanto,
en la sombra de una patria enferma,
se alzaban aplausos y sucios gritos
para el asesino sin nombre,
para el cobarde que huye,
para el fantasma que impone
su ley de hierro y ceniza
sobre un pueblo arrodillado.
 
Mas aquí estamos y aqui seguiremos
los que no callamos,
los que llevamos sus nombres
como heridas abiertas,
como gritos de piedra
en las calles que aún tiemblan.
 
Que la vergüenza pese
sobre cada traición,
que el olvido no borre
lo que ardió en cada casa,
que la historia devuelva
a los muertos su voz.

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