Pueblo de sombras
Hubo un tiempo en que fuiste latido,
fuerte,
como el golpe en un yunque,
un puñado de manos callosas
alzando la piedra,
surcando la tierra,
forjando la vida
mirando al sol con la cara de frente.
Hubo un tiempo en que el viento del norte
no silbaba entre casas vacías,
un tiempo lejano
en que el fuego quemaba en las fraguas
las campanas no eran solo un eco
perdido entre campos dormidos
eran grito de gente sencilla
que luchaba tejiendo su vida.
A pesar de los golpes sufridos
resurgiste cada caida,
como el trigo que vuelve a la era,
como el río que, tras la sequía,
se niega a olvidar su camino.
Te hiciste mas fuerte
entre guerras y hambrunas,
con orgullo dijiste:
aquí estoy todavía.
con el cruel devenir de los años
las puertas crujen al viento sin dueño,
las sucias ventanas reflejan
las impenitentes sombras del ayer.
La plaza, que fue grito y mercado,
es un hueco vacio
donde el tiempo se sienta a morir.
La ilusion ya no mora este campo
y los viejos sin fuerza ni alma
esperan el paso del tiempo,
la fuente no canta,
el polvo se posa.
Y tú, mi pueblo, que fuiste montaña,
eres sombra que se desvanece.
¿Qué quedó de tu lucha,
de tu orgullo de piedra y de hierro,
de tus noches de vino y canciones,
de la fe en un mañana más alto?
Tal vez un milagro un día,
como paso en otros tiempos,
alguna semilla oculta en la tierra
decida abrirse paso entre la ruina.
Tal vez una voz se alce de nuevo
y alguien recuerde que aquí,
aún late la memoria
de un pueblo orgulloso
