A Natalia Jiménez
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Nadie comprendía el perfume de la oscura magnolia de tu vientr… Nadie sabía que martirizabas un colibrí de amor entre los dient… Mil caballitos persas se dormían
Cayó una hoja y dos y tres. Por la luna nadaba un pez. El agua duerme una hora
Ni tú ni yo estamos en disposición de encontrarnos. Tú... por lo que ya sabes. ¡Yo la he querido tanto!
En la noche del huerto, seis gitanas, vestidas de blanco bailan. En la noche del huerto,
Amor, amor que está herido. Herido de amor huido; herido, muerto de amor.
En la torre amarilla, dobla una campana. Sobre el viento amarillo,
Si muero, dejad el balcón abierto. El niño come naranjas. (Desde mi balcón lo veo). El segador siega el trigo.
La mano crispada como una Medusa ciega el ojo doliente del candil. As de bastos.
Se ven desde las barandas, por el monte, monte, monte, mulos y sombras de mulos cargados de girasoles. Sus ojos en las umbrías
Vi en tus ojos dos arbolitos locos. De brisa, de brisa y de oro. Se meneaban. No quise.
La guitarra, hace llorar a los sueños. El sollozo de las almas perdidas, se escapa por su boca
Aquel rubio de Albacete vino madre, y me miró ¡no lo puedo mirar yo! Aquel rubio de los trigos hijo de la verde aurora,
Virgen con miriñaque, virgen de Soledad, abierta como un inmenso tulipán. En tu barco de luces
Crótalo. Crótalo. Crótalo. Escarabajo sonoro. En la araña