El Mascarón. ¡Mirad el mascarón! ¡Cómo viene del África a New York! Se fueron los árboles de la pimienta, los pequeños botones de fósforo. Se fueron los camellos de carne desgarra…

Yo me alivié a un pino verde por ver si la divisaba, y sólo divisé el polvo del coche que la llevaba. Anda jaleo, jaleo:

Sobre el cielo negro, culebrinas amarillas. Vine a este mundo con ojos y me voy sin ellos. ¡Señor del mayor dolor!

Esta luz, este fuego que devora. Este paisaje gris que me rodea. Este dolor por una sola idea. Esta angustia de cielo, mundo y hora. Este llanto de sangre que decora

Se quedaron solos: aguardaban la velocidad de las últimas b… Se quedaron solas: esperaban la muerte de un niño en el vel… Se quedaron solos y solas

Tengo miedo a perder la maravilla de tus ojos de estatua y el acento que de noche me pone en la mejilla la solitaria rosa de tu aliento. Tengo pena de ser en esta orilla

Las manos de mi cariño te están bordando una capa con agremán de alhelíes y con esclavina de agua. Cuando fuiste novio mío,

La hoguera pone al campo de la tarde, unas astas de ciervo enfurecido. Todo el valle se tiende. Por sus lomos, caracolea el vientecillo. El aire cristaliza bajo el humo.

Duérmete, niñito mío, que tu madre no está en casa; que se la llevó la Virgen de compañera a su casa.

Yo no quiero más que una mano; una mano herida, si es posible. Yo no quiero más que una mano aunque pase mil noches sin lecho. Sería un pálido lirio de cal.